1 Timoteo 2.15: “Por tanto será salvado a través
del engendramiento”
El cierre del capítulo 2 de la primera carta a
Timoteo es uno de los pasajes más discutidos del corpus paulino.
Tradicionalmente se ha entendido que Pablo, después de referirse a Eva y al
orden de la creación, afirma que “la mujer será salva por tener hijos”. Sin
embargo, un examen más detallado del texto griego, su estructura y su contexto
doctrinal muestra algo muy diferente: aquí Pablo no habla de maternidad, sino
del engendramiento de Dios, el mismo principio de vida divina que Juan
desarrolla en su primera carta.
Después del verbo “salvar”, que inicia el versículo
15, sigue la partícula griega δέ (dé), la cual en este caso no introduce
contraste, sino que retoma el hilo principal del argumento. Según Bailly,
Dictionnaire grec-français (s.v. δέ, IV.2), esta partícula puede emplearse
cuando “se reanuda una idea cuyo desarrollo se había interrumpido por un
paréntesis”. Eso es precisamente lo que ocurre en 1 Timoteo 2: después de la
instrucción general sobre la oración y la voluntad universal de salvación de
Dios (vv. 1–6), Pablo abre una breve digresión disciplinar (vv. 8–14) sobre el
comportamiento de hombres y mujeres en la asamblea. En el v. 15, con δέ, vuelve
al tema central: la salvación universal. En este sentido, podría traducirse
como “entonces”, “ahora bien” o “por tanto”.
El verbo σωθήσεται (“será salvado”) está en
singular, mientras que la condición que le sigue, ἐὰν μείνωσιν (“si
permanecen”), está en plural. Esta asimetría gramatical revela que el sujeto
del verbo no es “la mujer” del v. 14, sino la humanidad en su conjunto. Pablo
vuelve a hablar de los seres humanos en general, retomando el “todos” del v. 4:
“Dios desea que todos los seres humanos sean salvados y lleguen al conocimiento
pleno de la verdad”.
El medio de esa salvación se expresa mediante la
construcción διὰ τῆς τεκνογονίας (dia tes teknogonía). En griego, διά (diá) con
genitivo nunca introduce causa, sino medio o instrumento: no significa “por
causa de”, sino “a través de”. Así se usa en διὰ τῆς πίστεως (“por medio de la
fe”) o διὰ τοῦ αἵματος (“por medio de la sangre”). En nuestro pasaje, διά (diá)
señala el canal mediante el cual la salvación se realiza: el engendramiento.
El sustantivo τεκνογονία (teknogonía), compuesto de
τέκνον (“hijo”) y γονή (“generación”), significa literalmente “acto de
engendrar” o “proceso generativo”, no “parto” ni “maternidad”. Los autores
helenísticos como Plutarco y Filón lo emplean en ese sentido general,
refiriéndose al poder de generar vida sin limitarlo al papel de la mujer. Por
tanto, traducirlo como “nacimiento” o “dar a luz” no solo es incorrecto
filológicamente, sino que también rompe la lógica del texto.
Pablo no está diciendo que la mujer será salva por
tener hijos, ni que la humanidad fue salva por el nacimiento histórico de
Jesús, sino que la salvación acontece a través del engendramiento de Dios: el
acto divino por el cual la vida de Dios, manifestada en el Ungido humano, se
comunica a la humanidad. En los versículos previos (2:5–6), Pablo ya había
identificado al “Mediador humano, Jesús”, como el instrumento del rescate
universal. En ese marco, “el engendramiento” es el canal por el cual Dios
introduce su propia vida en la humanidad, para que, en el tiempo que
corresponde a cada uno, los seres humanos puedan ser engendrados de Él.
El mismo principio del engendramiento divino se
expone también en la primera carta de Juan, donde se muestra su alcance
interior y permanente:
“Todo el que cree que Jesús es el Ungido, ha sido
engendrado de Dios” (1 Jn 5:1). — FE
“Todo el que ama, ha sido engendrado de Dios”
(4:7). — AMOR
Y el apóstol lo resume en el mismo capítulo (1 Jn
5:10–12), explicando en qué consiste ese engendramiento:
“El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio
en él…
Y este es el testimonio: que Dios nos dio vida
eterna, y esta vida está en su Hijo.
El que tiene al Hijo, tiene la vida.”
Con estas palabras, Juan define el contenido del
engendramiento que Pablo llama διὰ τῆς τεκνογονίας (a través de la
teknogonías): la comunicación de la vida divina.
Creer en el Ungido no es solo reconocerlo, sino
participar de su propia generación; es recibir dentro de uno mismo el
testimonio de Dios —la vida que está en su Hijo—, vida que vence al mundo y
transforma desde dentro a los que son engendrados de Él.
Juan y Pablo, aunque con estilos distintos,
expresan una misma realidad: la vida nueva no es engendrada de la carne, sino
del acto generativo de Dios. El “engendramiento” en 1 Timoteo 2:15 es, por
tanto, la obra de Dios que pasa a través del Mediador humano, el Ungido, para
comunicar su vida a los creyentes. El Hijo fue engendrado en humanidad para ser
el canal visible del engendramiento invisible del Padre. Así, la salvación
llega a los seres humanos a través del engendramiento —no como un hecho
biológico o histórico cerrado, sino como un proceso espiritual continuo que se
mantiene en quienes (hijos de luz) “permanecen con sensatez en fe, amor y
santificación”.
La traducción BTX5 refleja fielmente esta
comprensión:
“Por tanto será salvado a través del
engendramiento, si permanecen con sensatez en fe, amor y santificación.”
Así pues, Pablo cierra el capítulo afirmando lo
mismo que había abierto al principio: Dios salva a la humanidad por medio de su
propio acto generativo —a través del engendramiento—, y esa salvación se hace
efectiva, por la obra del Mediador humano, en quienes perseveran en la comunión
con esa vida divina.

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