Hola, Dios los
bendiga
Esto es lo que
dice el Diccionario de dificultades y aparentes contradicciones bíblicas de Haley
Escuaín en las páginas 405,406 y 407
La resurrección
de Cristo Otras distintas
Unas narraciones
(Mt. 28:1-10; Mr.
16:1-14) (Lc. 24:1-12; Jn.
20:1-18)
Debido a la naturaleza condensada y algo fragmentaria
de estas varias narraciones, y su no seguimiento estrictamente cronológico,
presentan algunas dificultades y algunas aparentes discrepancias. Sin embargo,
no cabe la más mínima duda de que si conociéramos todas las
circunstancias del caso, las que ahora sabemos concordarían
perfectamente en sus puestos apropiados en la narración.(38): [Ebrard (Gospel
History, págs. 59-60) da, en base de su observación personal, un caso que
muestra cómo el conocimiento de una circunstancia hasta entonces desconocida
puede frecuentemente llevar una serie de incidentes incongruentes a un todo armónico.
Un mensajero llamado N. fue enviado de Zürich a Pfäffikon en ocasión de un
motín en este último lugar. Ebrard recibió la información de parte de una persona
digna de confianza de que N. había sido enviado, ya entrada la noche, con una
carta para P.; otro le dijo que N. había sido enviado al caer la tarde a P.,
pero que después de haber andado un trecho, volvió con el informe de que la
campana de alarma ya había estado tañendo en P.; un tercero contaba que dos
mensajeros habían sido enviados a caballo a P. Estas aparentes discrepancias se
desvanecieron cuando Ebrard supo por el mismo N. que ciertamente había sido
enviado, pero que yendo de camino se había encontrado con dos mensajeros de P.,
que le informaron del desencadenamiento del motín; que volvió con ellos a Zürich,
donde de inmediato se procuró de caballos para ellos, y los envió de vuelta
para que aplacaran a la gente de P. Vemos así que una vez que uno está en posesión
del hilo de la narración es fácil ver cómo concuerdan en ella unas circunstancias
anteriormente en apariencia incompatibles e incongruentes.] Además se debe
señalar que ninguno de los sagrados escritores da, ni pretendía dar, todas las
circunstancias. Cada uno selecciona aquellos temas bajo la inspiración divina,
que son más pertinentes para su particular propósito, dejando a un lado
acontecimientos intermedios.
La siguiente
recapitulación es la dada por Robinson: (39) [Bibliotheca Sacra, feb.
1845, págs. 187,188.] <<Temprano de madrugada, el primer día de la semana,
las mujeres que habían asistido a Jesús, esto es, María Magdalena, María la madre
de Jacobo, Juana, Salomé, y otras (40) [Hubo dos grupos distintos de mujeres.
Este hecho resuelve varias aparentes dificultades. Ver bajo <<Números>>
y <<Tiempo>>.] fueron con especies hacia el sepulcro, con el fin de
embalsamar definitivamente el cuerpo de Jesús. Se preguntaban entre sí quién
podría ayudarlas para quitar la piedra que cerraba la entrada del sepulcro. Al
llegar, descubrieron que la piedra ya había sido quitada; porque había habido
un terremoto, y un ángel del Señor había descendido y removido la piedra, y se
había sentado sobre ella, de modo que los guardias quedaron como muertos de
terror. El Señor había resucitado. No sabiendo nada de esto, las mujeres quedan
asombradas; entran en el sepulcro, y no encontrando el cuerpo del Señor, se quedan
atónitas. En este momento, María Magdalena, con la idea de que el cuerpo había
sido robado, abandona el sepulcro y deja a las otras mujeres, y se va corriendo
hacia la ciudad para decírselo a Pedro y a Juan. (41) [Pedro y Juan parecen
haberse alojado aquella noche en un lugar distinto de donde estaban el resto de
los apóstoles. Griesbach cree que los apóstoles estuvieron en aquel entonces dispersados
por la ciudad entre aquellos que tenían simpatía por su causa – Ver Bibliotheca
Sacra, ibid. Pág. 172, nota.] El resto de las mujeres se quedan en la tumba,
y entonces aparecen dos ángeles, que les anuncian que Jesús había resucitado de
entre los muertos, y les encomiendan una misión en su nombre ante los apóstoles.
Ellas salen rápidamente del sepulcro, y se dirigen corriendo hacia la ciudad
para hacerlo saber a los discípulos. Por el camino, Jesús se les aparece,
permite que le abracen los pies, les renueva el mismo encargo ante los
apóstoles. Las mujeres relatan estas cosas a los discípulos; pero las palabras
de ellas son tomadas como fantasías, y no lo creen.
Entretanto, Pedro
y Juan han ido corriendo al sepulcro; y entrando lo encuentran vació; pero la disposición
ordenada de los lienzos sepulcrales convence a Juan de que el cuerpo no había
sido quitado de allí, ni violentamente ni por parte de amigos; y surge en su
mente un germen de fe en la resurrección del Señor. Los dos vuelven a
continuación a la ciudad. María Magdalena, que de nuevo los había seguido al sepulcro,
se queda fuera de él, de pie y llorando; mira dentro, y ve dos ángeles sentados.
Girándose , ve a Jesús, que le da también un encargo solemne para sus discípulos>>.
Se puede ver que
esta recapitulación incorpora casi cada incidente mencionado por los
evangelistas. Ebrard (42) [Gospel History, págs. 447, 448.] concurre
sustancialmente con esta recapitulación.
En cuanto a la
mención de Marcos de que las mujeres no dijeron nada a nadie, mientras que según
Mateo corrieron a dar las nuevas a los discípulos, Ebrard cree que las mujeres
sí fueron corriendo a la ciudad con la intención de dar las noticias a los
discípulos, pero que, a su llegada, encontraron a los apóstoles en tal estado
de depresión y de desesperanza que, por miedo al ridículo, no se atrevieron
primero a comunicar su encargo. <<Ciertamente no deseaban ser
desobedientes; pero fueron retrasando cada vez aquello que hallaban tan difícil
de comunicar, y que tan poco armonizaba con las lamentaciones que oían de
continuo a su alrededor>>.
O puede ser que
Marcos se refiera, como se ha mencionado, a un grupo de mujeres, mientras que
Mateo alude al otro.
Con referencia al
hecho de que Jesús no permitió que María Magdalena le tocara, pero dejó que las
otras mujeres abrazaran sus pies (cp. Jn 2:17 y Mt. 28:9), se debe señalar que
se emplean en cada caso diferentes términos griegos. Ebrard traduce, en el
último caso, <<No me retengas; todavía no he ascendido>>. Eutimio y
Teofilacto, seguidos por el Arzobispo Thompson, (43)[ Smith´s Dictionary, ii.
1380.] lo interpretan así: <<La muerte ha establecido ahora un abismo
entre nosotros. No toques, como alguna vez pudiste hacerlo, este cuerpo que
está ahora glorificado por su conquista de la muerte, porque con este cuerpo
asciendo al Padre>>. Meyer cree que ella quería cerciorarse de si el
Salvador, al que ella reconocía, estaba materialmente presente, o con un cuerpo
espiritual. Intentó obtener con el sentido del tacto el conocimiento que el ojo
no podía darle.
Para otros puntos
de dificultad, ver bajo <<Números>> y <<Tiempo>>.
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