Curriculum vitae
José O'Callaghan es Dr. en Filosofía y Letras por la Universidad de Milán. Ha sido profesor de griego bíblico y crítica textual del Nuevo Testamento en la Facultad de Teología de Barcelona, en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma y profesor de Papirología y Paleografía griega en la Universidad de Barcelona, en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, en la Universidad de Urbino (Italia), y Decano de la Facultad Bíblica en el Pontificio Instituto Bíblico (Roma).
Fue también fundador y director de la revista <<Studia Papyrologica>> y de las colecciones <<Papyrologica Castroctaviana>> y <<Estudis de Papirología i Filología Bíblica>>.
Escritor de 14 libros, entre ellos Los papiros griegos de la cueva 7 de Qumram (1974), Nomina Sacra in papyris Graecis saeculi II neotestamentariis (1970), Los primeros testimonios del Nuevo Testamento. Papirología neotestamentaria (1995), ha colaborado también en diversas revistas científicas de España y el extranjero, con más de 200 artículos y más de 100 recensiones científicas en diversas revistas especializadas.
A tan brillante trayectoria académica debemos añadir su identificación del papiro número 5 de la cueva 7 de Qumrán con Marcos 6:52, 53.
Pronto cundió por los ambientes no sólo científicos, sino del gran público, el sensacional descubrimiento de Qumrán, a orillas del mar Muerto. Con no menor facilidad se formó la historia del hallazgo con todos sus pormenores. El pastor de la tribu beduina persiguiendo la cabra que se esconde en una nueva cueva, el ruido de la vajilla que se rompe al chocar la piedra lanzada, la inesperada sorpresa del pequeño beduino... las agencias informativas situaron el descubrimientos en el año 1947.
<<Durante muchos años se ha estado creyendo que los rollos habían sido descubiertos en los comienzos del verano de 1947 por un joven de la tribu ta´amireh, que andaba buscando una cabra perdida. Ahora resulta que no fue uno, sino tres beduinos; que no fue en 1947, sino en 1946; y que no hubo cabra perdida...>>
Ciertamente, los descubridores de las cuevas de Qumrán fueron miembros de la tribu ta´amireh, que puebla el desierto de Judá desde hace cerca de tres siglos. En el invierno de 1946-1947, tal vez buscando el alivio del oasis de Ain Fesja, hacia el NO del mar Muerto, tres pastores merodeaban aquellos parajes con sus rebaños. Los nombres de los tres beduinos eran Jalil Musa, Yuma Mahoma Jalil y Mahoma Ahmed el-Hamed.
Yuma tenía la obsesión de encontrar un tesoro en alguna de aquellas agrestes cuevas. Un día, mientras sus dos compañeros estaban apacentando sus ovejas, Yuma se apartó de ellos y se fijo en una cueva con dos agujeros de entrada. Por la parte inferior arrojó una piedra. El ruido de la misma al tropezar con una vasija de barro cocido le hizo suponer que había dado ya con el ansiado tesoro.
Comunicó a sus compañeros el hallazgo. La noche se echaba encima. Acordaron volver a la cueva después de abrevar sus rebaños en Ain Fesja. Pero Mahoma Ahmed, al amanecer, no pudo esperar más. Dejó a sus compañeros. Se dirigió a la cueva y, para explorarla mejor, colocó diversas piedras para asomarse más cómodamente a su interior. Con gran admiración observó la presencia de diez tinajas colocadas a lo largo de las paredes de la cueva. Todas, menos dos, estaban vacías. Seguramente, pues en vez de las codiciadas monedas de oro, no tenían ante sus ojos sino unos legajos de pergamino enrollado...
En aquel momento -y a pesar de la tremenda decepción de los tres jóvenes beduinos- se iniciaba la época de los grandes descubrimientos del mar Muerto. Una vez más, la gran historia se iniciaba con un desengaño humano. Y esto que a los ojos de los pastorcitos no tenía sino la apariencia de un frustrado éxito era calificado el año 1948 por uno de los arqueólogos más eminentes, W.F. Albright, como <<el descubrimiento de manuscritos más importante de los tiempos modernos>>.
Muchas fueron las vicisitudes por las que atravesaron los rollos entonces descubiertos. Pronto tendrían que entrar en juego los intereses culturales de diversas naciones. Pero, entretanto, el anticuario de Belén Abraham lyda, aconsejado por su colega Faidi Salahi, devolvía a Yuma los deteriorados pergaminos por carecer de interés arqueológico... Eran tal vez fruto de rapiña en alguna sinagoga.
Lamentando su poca fortuna por el hallazgo, Yuma entró en relación con Jorge Isaías Shamoum, sirio ortodoxo, que inmediatamente informó al monasterio sirio de san Marcos en Jerusalén. El 19 de Julio de 1947, el metropolitano Atanasio adquirió los rollos.
Otra parte del lote de estos primeros hallazgos fue a parar a manos del Dr. E.L. Sukenik, rector de la Universidad judía en Jerusalén, exactamente el día 29 de noviembre de 1947, fecha especialmente señalada para los judíos, pues era el día en que las Naciones Unidas decidieron la partición de Palestina.
No todo el material encontrado se quedaba en las tierras de origen. El 29 de enero de 1949, Mar Atanasio llegaba a Nueva York con el fin de vender cuatro rollos, gestión que logró realizar después de laboriosas negociaciones. Sin embargo, el gobierno de Israel no cejaba en el empeño de recuperar el precioso legado. Así, el 22 de febrero de 1955 se podía anunciar que Israel entraba en posesión de los cuatro rollos de Mar Atanasio. Protagonista excepcional de esta importante compra fue el Dr. Ygael Yadin, que había actuado como comandante jefe de Estado Mayor en la recientemente constituida nación Israelí.
Este es, a grandes riesgos, el inicio de los descubrimientos de Qumrán. Evidentemente que hay muchos pormenores que no pretenden tratarse ahora y que fácilmente pueden consultarse en los libros que sobre el particular se han escrito. Pero, al menos, se ha pretendido esbozar el inicio de esta nueva época arqueológica.
El fragmento 7Q5 y el evangelio de san Marcos
Ruego se me permita hacer un poco de historia sobre esta identificación que hace ya tiempo propuse a la opinión internacional. (J.O´Callaghan, Los papiros griegos de la cueva 7 de Qumrán, Madrid 1974. En este libro se recogen los artículos publicados en Bíblica el año 1972)
En efecto, casi a los inicios de mi docencia en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, estaba componiendo una lista de los papiros de la LXX, para colmar una laguna en el campo de los estudios papirológicos.(J.O´Callaghan, Lista de los papiros de los LXX, Bíblica 56, 1975, págs. 74-93.)
Y como en la cueva 7 de Qumrán había dos fragmentos de papiros veterotestamentarios (los inventariados con los números 1 y 2), que fueron identificados por E.-M. Boismard (y el segundo con la ayuda de P. Benoit) como Ex 28, 4-7 y Ep Jer 43-44, tuve que adentrarme en dicha cueva, para consignar en mi lista los dos nuevos papiros griegos del Antiguo Testamento.
Pero he de confesar que entonces (sin la ayuda de la informática) era como una distracción en mis trabajos científicos e identificar pequeños fragmentos de papiros publicados como anónimos. (Puedo recordar otras identificaciones mías: Eusebio: Historia Eclesiástica VI 43,7-8.11-12 en PBerl. inv. 17076, Studia Papyrologica 14, 1975, págs 103-108; Jenofonte: Banquete 3,9 en PMon. Gr. Inv. 160, Studia Papyrologica 18, 1979, págs. 133-136; Théocrite l 31-35, 73-78, Chronique d´Egypte 50, 1975, págs. 192-194.)
Así pues, al entrar en dicha cueva de Qumrán, vi otros trozos de papiro que permanecían sin atribución textual; y me deje llevar de mi curiosidad por descubrir posibles identificaciones.
Como acertadamente sugirieron los autores de la edición príncipe, el inventariado con el número 5 era probablemente el fragmento de una genealogía veterotestamentaria, pues en él se leían con toda claridad las letras nnes, que podrían fácilmente proceder del verbo egennesen (<<engendró>>). He de confesar que con paciencia de cartujo recorrí los innumerables pasajes del A.T, con genealogías (sin la ayuda de la computadora), y no logré dar con ningún pasaje genealógico que cuadrase a los restos paleográficos encontrados en el papiro. Tuve que desistir de mi propósito.
Entonces, como no es raro que suceda en los momentos de decepción científica, me vino la intuición de pensar que el grupo de las mencionadas letras podrían formar parte del nombre geográfico Gennesaret, palabra que con esta grafía se encuentra muy raramente en el A.T.: sólo en 1 Macabeos 11:67. En aquellos momentos, más por reacción al desánimo que por convicción científica, quise explorar en el N.T. En primer lugar, con alguna sección genealógica, sin resultado positivo, y después con Gennesaret. Y entonces fue cuando quedé intensamente sorprendido, pues vi que el texto de 7Q5 (7Q es la sigla de la cueva 7 de Qumrán, y 5 -como hemos dicho- el número de inventario) era un fragmento del evangelio de Marcos, concretamente 6:52, 53).
No quise dar crédito al hallazgo, y lo dejé correr. No creía posible hallarme frente a un papiro marcano del año 50 (datación dada al fragmento por el pelógrafo de Oxford C.H. Roberts). Había trabajado en la biblioteca del Bíblico, y volví a mi cuarto, donde se presentó un colega a quien propuse la posibilidad de haber encontrado un papiro del evangelio de Marcos perteneciente al año 50. Su contestación fue decidida y rápida: -¡Es imposible!
Lo dejé correr todo. No quise pensar más en ello, pero no lo podía evitar. Porque ¿y si por casualidad aquello era verdad? No podía acallar la voz de mi intranquilidad. Al cabo de ocho días volví a probar con más serenidad. Y vi efectivamente que aquel pequeño pedazo papiráceo contenía un texto de Marcos.
Hice un primer borrador de mi identificación y fui a ver al entonces Rector del Bíblico y actual arzobispo de Milán, cardenal Carlo M. Martini. Entonces estaba ocupado, pero me pidió el borrador de mi trabajo. Lo estudió. Y al día siguiente vino a mi cuarto, y me propuso una serie de dificultades que procuré resolver. Me indicó que sería conveniente ver la posibilidad de identificar otros trozos neotestamentarios en los restantes papiros de la cueva 7, pues era muy extraño que allí sólo se encontrase un fragmento de Marcos. Esto me llevó a la identificación de 7Q4 como 1 Timoteo 3:16; 4:1-3.
Después de presentar mi trabajo a otros colegas del Bíblico para censurar y ver la aceptación o rechazo de mi propuesta, advirtió que los mismos no eran desfavorables a la publicación de mi artículo. Pero el cardenal Martini, con gran circunspección científica, quiso conocer la opinión de un eminente especialista de la Universidad italiana.
Una vez más quiero agradecer al profesor Sergio Daris su asesoramiento técnico. Con él tuve una sesión de discusión científica en su casa de Trieste, en cuya Universidad es actualmente Ordinario de Papirología. Obtenido su parecer favorable, mons. Martini autorizó la publicación de mi artículo en <<Bíblica>>, la revista científica del Instituto Bíblico.
Para no complicar y hacer excesivamente técnica la presente exposición, me limito a dar la transcripción del referido fragmento de Marcos:
[synekan] e[pi tois artois] 20 letras
[all´en au]ton e [kardia peporo-] 23 letras
[men]e. Kai ti[aperasantes] 20 letras
[elthon eis Ge]ennes[aret kai] 21 letras
[prosormis]thesa[n. Kai exel-] 21 letras
La traducción es la siguiente:
<<(52) [pues no habían dado cuenta] sobre [los panes, sino que] el [corazón] de ellos estaba obcecado. (53) Y habiendo hecho la travesía, [llegaron a] Genesaret [y desembarcaron]>>.
Antes de pasar a considerar concretamente este fragmento, conviene volver a la cueva 7 y atender, más en general, a la condición de sus fragmentos.
En ella todos los trozos hallados conservan escritura en griego, lo cual contrasta con la casi totalidad de los manuscritos encontrados en las otras cuevas de Qumrán. Es algo excepcional en el conjunto de los hallazgos.
Otra particularidad muy importante es que estos papiros están escritos solamente por una cara, y no por las dos (recto y verso). Esto que aparentemente carece de interés, es de suma importancia, pues acredita que se trata de fragmentos de rollo y no de códice (es decir, lo equivalente a nuestro libro, escrito por ambas caras de la página). Este dato aboga mucho en favor de la antigüedad de los manuscritos allí encontrados. El paso del rollo al códice (con el fin de ahorrar papel) se hizo aproximadamente hacia el año 80 d.C. Por consiguiente, aunque es verdad que hasta el presente todos los papiros neotestamentarios eran fragmentos de códice (y esto era así, porque todos los papiros son posteriores al año 80), tratándose de los de la cueva 7, del año 50, no podrían ser trozos de códice, pues eran anteriores a la fecha en que se dio el paso del rollo al códice.
Volvamos ahora al 7Q5.
En primer lugar, vemos que en este papiro la esticometría, es decir, el número de letras por línea es el mismo que en los precedentes papiros identificados del A.T. A todas luces, esta semejanza de regularidad esticométrica es muy favorable a la identificación. Conviene recordar que en los antiguos manuscritos literarios, las palabras se escribían sin separación de letras (scriptio continua), con lo cual el margen derecho quedaba convenientemente justificado. Se podía alterar un poco la longitud de las líneas, pero, en general, la norma era de mantener un número de letras aproximado. Además, el escriba profesional cobraba por el número de líneas, con lo cual era necesario mantener una cierta regularidad en el trazado de las columnas.
Es verdad que en mi identificación ha habido una cierta discusión en la interpretación de algunas letras, lo cual no es de extrañar, pues los papiros no llegan siempre en perfectas condiciones de lectura. Y concretamente los de la cueva 7 nos han llegado muy deteriorados.
Como dice C.P. Thiede en su obra [El título original en alemán es: Die älteste Evangelien-Handschrift? Das Markus-Fragment von Qumran und die Anfänge der schriftlichen Über lieferung des Neven testaments, Wuppertal 1986 (la tercera y ampliada edición es del año 1992). De esta obra se han hecho traducciones en español, holandés e italiano. El mismo autor ha compuesto otra obra, enteramente nueva y más completa con este título: The Earliest Gospel Manuscript? The Qumran Fragment and Its Significance for New Testament Studies, London 1992], no hay una verdadera discrepancia entre la lectura de la edición príncipe y la del que suscribe. Sólo hay un punto de verdadera oposición -en la línea 2- entre la primera edición y la de O´Callaghan, que actualmente ha quedado ya resuleta. Se trata de la n, a cuya lectura se oponían resueltamente no sólo Boismard, sino otros impugnadores. Ahora bien, el 12 de abril de 1992, este papiro fue inspeccionado, con gran acribía científica, en la División de Identificación y Ciencia Forense de la policía nacional de Israel, análisis que fue retransmitido por la televisión de Baviera. Pues bien, el resultado de dicha indagación es que, efectivamente, dicha letra es una n.
En la línea 3 se advierte claramente una separación de letras, lo cual no se observa en las restantes líneas. Esto es debido a que, cuando se cambiaba de sección en una obra literaria, se separaban las letras, para remarcar esta particularidad. Y, además, conviene notar que el inicio de la nueva sección empieza con la conjunción kai (<<y>>) muy poco habitual en el comienzo de párrafos literarios y, en cambio, muy corriente en Marcos.
En el texto griego que hemos transcrito hay una particularidad fonética. Y es el cambio de dos consonantes dentales: d > t. A un papirólogo esto no le llama la atención en lo más mínimo. A pesar de todo, C.H. Roberts escribio [On Some Presumed Papyrus Fragments of the New Testament from Qumran, The Journal of Theological Studies, 23, 1972, 446, n°4.] :
<<El profesor O´Callaghan explica la conversión de una tau en delta [-decia yo exactamente lo contrrio-] por un cambio consonántico; pero esto, aunque se halle ocasionalemente en un documento semiliterario, es inaceptable en un texto bien escrito de este periodo>>.
Fue muy fácil contestar al profesor Roberts. En poco tiempo preparé una nota [J.O´Callaghan, el cambio d > t en los papiros bíblicos, <<Bíblica>> 54, 1973, págs. 415, 416], en la que aducía veinte casos del cambio d > t en papiros bíblicos, que son una escasa minoría en el abundante conjunto de papiros literarios.
Además, hay una confirmación epigráfica -de más valor que el testimonio de un papiro, en cuanto que sobre piedra se escribía con más atención, pues eran inscripciones que debían perdurar-, que indica que este cambio era familiar a los habitantes de Jerusalén por las épocas de nuestro papiro. En la grandiosa reconstrucción del templo, Herodes había hecho poner una inscripción griega en el segundo recinto, prohibiendo, bajo pena de muerte, el paso a todos los extranjeros, es decir, a los no judíos. Flavio Josefo habla de ello en la Guerra judía 5,5,2 y 6,2,4, y además en las Antigüedades judías 15,11,5. Una piedra con tal tipo de inscripción fue hallada en el siglo pasado. En ella la palabra que significa <<separación, paso cerrado>> está escrita con t en vez de d, pues se lee tryphaktos en vez del correcto dryphaktos.
Hay otra particularidad en este fragmento que ha podido crear alguna dificultad, y, esta vez, es de crítica textual. Con respecto al texto usado ordinariamente, en el papiro se omiten epi ten gen (<<a tierra>>) detrás del verbo tiaperasantes. Conviene considerar el empleo de este verbo en el N.T. Resulta que el verbo diaperao se usa sólo 6 veces en el N.T. (Mt. 9:1; 14:34; Mr. 5:21; 6:53; Lc. 16:26; Hch. 21:2). Y en ellas se comprueba que este verbo puede emplearse sin especial complemento; v. gr. en Mateo 9:1: Kai embas eis ploion dieperasen kai elthen eis ten idian polin (<<Y habiendo subido a la barca, hizo la travesía, y llegó a su propia ciudad>>). Pero, pasando al evangelio de Marcos, en 5:21, vemos que el papiro más antiguo, hasta el presente, de este evangelista, el P45 (PChester Beatty) omite eis to peran (<<a la otra orilla>>), que es la indicación direccional que afecta a diaperao. Tal vez sea también conveniente recordar que en crítica textual interna o racional hay un principio que reza lectio brevior, potior (<<la lección más breve, es preferible>>).
Como resumen de todo lo dicho, parece muy oportuno citar las palabras de C. Thiede en su obra (edición española, ¿El manuscrito más antiguo de los evangelios?, Institución S. Jerónimo, Valencia 1989, pág. 62):
<<el 7Q5, con sus particularidades textuales de la mutación fonética d/t y de la supresión del epi ten gen, debe ser clasificado en el prototipo de los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento. Se podría llegar a decir incluso que estas particularidades son precisamente las que hablan a su favor>>.
Una de las voces que se han levantado con más facilidad, después de la ineficacia de los argumentos contra esta identificación, ha sido la de que O´Callaghan, con estos trabajos de identificación, ha querido hacer apologética. No hace falta que insista demasiado en rebatir esta afirmación. Como profesor, durante 24 años, de Papirología y Paleografía griega en el Bíblico de Roma, mi misión académica no ha sido la de hacer apologética, sino la de trabajar con el máximo rigor científico. Por otra parte, tampoco he dudado jamás de que la verdadera ciencia, con el cultivo de la Verdad, lleva necesariamente a Dios. Esto supuesto, se podrá fácilmente responder si he pretendido fines apologéticos con las otras identificaciones que puedo aducir a mi favor: Eusebio de Cesarea, Jenofonto, Teócrito, etc.
Creo oportuno prestar alguna atención a un punto que puede crear alguna dificultad en la mentalidad de los no iniciados a la ciencia papirológica. Y es éste: la pequeñez del fragmento 7Q5 parece abogar por la imposibilidad de llegar a una identificación válida. A esto se puede responder de dos maneras.
La primera es que si una hipotética identificación no es la verdadera, no se dará la adecuada verticalidad de las letras en las otras líneas del contexto literario. Recuérdese que se escribía en columnas y en scriptio continua. Por consiguiente, el hecho de que las letras de un pequeño fragmento se correspondan verticalmente con las que están en las líneas anteriores o subsiguientes, aboga mucho en favor de la identificación. Me refiero también a las letras incluidas en las partes integradas, es decir, las pérdidas por deterioro del papiro.
La segunda es que fragmentos bíblicos -no hablo ya de los literarios en general- más insignificantes que el 7Q5 han sido aceptados sin ninguna dificultad. Y aquí se encierra tal vez el meollo de la dificultad en aceptar nuestra identificación. En los demás casos no se implican consecuencias que requieran cambios de posiciones adoptadas respecto a la formación del texto evangélico.
Únicamente me limito a recordar el papiro n° 73 en la lista de los papiros neotestamentarios hecha por K. Aland, cuya postura en no admitir la inclusión de 7Q5 en la lista de los referidos papiros es de todos conocida. Pues bien, este papiro n° 73, en sus medidas máximas, es más pequeño que el 7Q5 (el primero: 3,7 x 2,1 cm; el segundo: 3,9 x 2,7 cm). En el recto del papiro 73 se conservan exiguos restos de tres líneas, de las que solamente se lee con seguridad (línea 2) ouk (<<no>>). En el verso se pueden recomponer también tres líneas, de las que sólo se leen con certeza estas letras yro (línea 2) y ne (línea 3). A pesar de su exigua personalidad textual, no ha habido ninguna dificultad en aceptar este papiro como Mateo 25:43; 26:2, 3. Ahora bien, este papiro n° 73 pertenece al siglo VI o VII.
Prescindo de otras cuestiones que han sido tratadas en diferentes artículos míos y, además del simposio internacional que se celebró en la Universidad Católica de Eichstätt (Alemania), del 18 al 20 de octubre de 1992 sobre mi identificación, y paso a mencionar las últimas confirmaciones de la misma por dos personalidades eminentes, una del campo papirológico, y otra del campo matemático.
Con respecto a la primera, se trata de la profesora Orsolina Montevecchi, que durante muchos años ha sido la Presidenta de la Asociación Internacional de Papirólogos -y en la actualidad lo sigue siendo honoraria. Ha ejercido su largo magisterio de Papirología en Universidad Católica de Milán. Pues bien, dicha profesora ha afirmado recientemente [ Vangelo e storicitá. Un dibattito, a cura di Stefano Alberto, Milano 1995, págs. 211, 212.] :
<<Como papiróloga puedo decir que la identificación me parece segura. Las cinco líneas todavía visibles de las que consta el fragmento corresponden a Marcos 6:52, 53. Es extremadamente improbable la correspondencia con otro texto... Los vestigios están en líneas diferentes. Una vez comprobado que éstas coinciden con un trozo de Marcos, es dificilísimo, prácticamente imposible, que pueda tratarse de otro texto, aun desconocido. ¡Hay cinco líneas de texto en que basarse!>>
Y en una entrevista que se le hizo para la revista <<30 días>>, respondió de este modo a las distintas preguntas que se le hicieron:
Profesora, ¿qué idea tiene de las polémicas que durante estos años se han centrado en el fragmento 7Q5?
Orsolina Montevecchi:
-Para una posible solución de la cuestión hace falta, en primer lugar, dejar al margen los prejuicios apologéticos o ideológicos. No hay nada que defender: incluso si el hallado en Qumrán no fuera un fragmento del Evangelio de Marcos, el cristianismo no pierde nada. Y por lo que atañe al otro <<partido>>, no es correcto rechazar un debate científico sólo porque a priori uno está convencido de que un Evangelio no puede haber sido escrito en una fecha tan antigua. El animo debe estar libre de prejuicios. Mi opinión puede referirse únicamente al aspecto textual y paleográfico. Esta es mi especialidad.
¿A qué conclusiones ha llegado?
Montevecchi:
-Como papiróloga puedo decir que la identificación me parece segura. Las cinco líneas aún visibles que forman el fragmento corresponden al pasaje del sexto capítulo de Marcos, versículos 52 y 53. Es extremadamente improbable la correspondencia con otro texto.
¿Por qué está tan segura?
Montivecchi:
-Las huellas se hallan en líneas diferentes: una vez averiguado que éstas coinciden con un fragmento de Marcos, es dificilísimo, prácticamente imposible que se trate de otro texto, quizás desconocido. ¡Hay cinco líneas de texto en las que basarse!
Además, en el fragmento existe un paso de un período a otro. Según la costumbre, en los textos antiguos este cambio de frase no se indicaba, como haríamos nosotros y como se lee hoy en las versiones modernas del Evangelio, con un <<aparte>>, sino que consistía en un espacio vacío de tres o cuatro letras entre el final de un período y el comienzo del nuevo. Esto es exactamente lo que tenemos en este caso, entre el final del versículo 52 y el comienzo del versículo 53 del capítulo sexto. Añado que, según el estilo narrativo de Marcos, el capítulo sexto comienza con la conjunción <<y>> (kai, en griego). Y es lo que hallamos en el fragmento. Luego tenemos esta palabra, un poco extraña, que aparece sólo una vez en el Antiguo Testamento y tres veces en el Nuevo, <<Gennesaret>>. También ésta coincide con este paso de Marcos. Y todo el resto concuerda.
Respecto a la fecha de composición, me parece que no se puede ir más allá de la mitad del siglo I. Es decir, después del 50. Como mucho, pues, este fragmento del Evangelio de Marcos puede fecharse 20 años después de la muerte de Cristo.
Muchos paleógrafos, incluso ilustres, no están de acuerdo con esta identificación.
Montivecchi:
-Se han planteado algunas dificultades porque en el texto faltan tres palabras (epi ten ghen = hacia tierra) respecto al texto de Marcos. <<Hecha la travesía, llegaron a tierra>> se lee en el texto del Evangelio que ha llegado hasta nosotros. Pero este <<hacia tierra>> es superfluo; la travesía de un lago lleva obviamente a la otra parte. En realidad, aunque estos paleógrafos parecen ignorarlo, es bastante frecuente, en los textos en papiro más antiguos de la Biblia, hallar la omisión de algún elemento no necesario para la comprensión del texto. Es como si esas palabras se hubieran añadido después a modo de explicación.
Otra fuente de oposición es el hecho de que se da un cambio de consonantes: una tau (t) en vez de una delta (d). Pero también este es un error frecuente. Ya que se dictaban los textos y el que escribía introducía errores de pronunciación. Hay muchos casos, en los papiros bíblicos, de cambio de tau por delta.
Estas son las dos objeciones que se hacen para invalidar la identificación de este papiro, ya que son las únicas variantes respecto al texto transmitido. Pero, repito, se trata de variantes <<normales>>. Todos los demás textos del Antiguo y del Nuevo Testamento que han llegado a nosotros en papiro tienen estas ligeras alternancias gráficas. Sería sospechoso si no las tuviesen.
Algunos sostienen que no es posible una identificación segura en un fragmento tan pequeño...
Montevecchi:
-Es una tontería. Una identificación puede ser incontrovertible aun cuando el fragmento fuera minúsculo. A veces, a los papirólogos nos basta poco para expresar una certeza. Y aquí existen 5 líneas que coinciden. El mismo arzobispo de Milán, Carlo María Martini, una verdadera autoridad en el campo bíblico, escribió en 1972, cuando era rector del prestigioso Instituto bíblico de Roma: <<Aunque al profano puede parecerle contrario, es muy probable una coincidencia casual de algunas letras, dispuestas en diferentes líneas, con un texto literario conocido>>...
El otro testimonio es el de un matemático eminente. Se trata del profesor Albert Dou [Tal vez convenga recordar la personalidad científica de este gran matemático: Es Doctor en Matemáticas, y en la Universidad de Madrid ha sido catedrático de Ecuaciones diferenciales. Actualmente es Profesor emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona, en la que enseña Historia de las matemáticas. Es además, miembro de la Real Academia de Ciencias de Madrid y correspondiente de la de Barcelona.].
En una obra que ha escrito y que acaba de aparecer, cuyo título es Los primeros testimonios del Nuevo Testamento. Papirología neotestamentaria, el Dr. Dou tiene un importante apartado sobre El cálculo de probabilidades y las posibles identificaciones de 7Q5. En su estudio, el Dr. Dou hace varias hipótesis de cálculo, de las que copio las más pertinentes:
1° Hipótesis de cálculo
La probabilidad de que se encuentre casualmente otro texto, con el mismo número de espacios o letras y con una esticometría que oscile -como la de 7Q5, según la identificación de Marcos- entre 20 y 23 letras, es de 1 contra 36 mil billones. Esta es la probabilidad que Dou llama P2.
2° Hipótesis de cálculo
La probabilidad de que se encuentre casualmente otro texto con una esticometría oscilante entre 37 y 42 letras es de 1 contra 430 billones. Esta es la probabilidad P3.
3° Hipótesis de cálculo
Al equiparar, desde el punto de vista del cálculo de probabilidades, un texto literario expresivo con un inexpresivo texto matemático, se da lugar a un error de difícil estimación, que no se ha tenido en cuenta en el cálculo de P2 y P3.
Ahora bien, con los mismos presupuestos esticométricos de P2 y P3, el Dr. Dou propone a continuación las nuevas probabilidades de P*2 y P*3, que aproximan por exceso P2 y P3 y tiene en cuenta el error debido a la equiparación antes mencionada. Los nuevos valores, pues, son para P*2, 1 contra 900 mil millones. Y para P*3, 1 contra 10 mil millones.
Después de todo lo expuesto, parece que se podría acortar el plazo propuesto en la predicción que me hizo un colega respecto a la aceptación de mi humilde propuesta científica. Él calculaba de 40 a 50 años. No sé si ahora podríamos hablar de menos tiempo...
Fuente: ¿Cómo llego la Biblia hasta nosotros? Compilado por Pedro Puigvert, Hermenéutica y Exégesis, editorial clie 1999, págs. 111 al 127.
En 1972 el padre O´Callaghan -quien a pesar de su apellido irlandés es oriundo de Tortosa- anunció el hallazgo de un pequeño fragmento (papiro 7Q5), procedente de la cueva 7 de Qumrán, que él identificó como un texto del Evangelio de Marcos (Josep O´Callaghan: ¿Papiros neotestamentarios en la cueva 7 de Qumrán? 1972. Bíblica, 7:1, págs. 91-104 (Pontificio Instituto Bíblico).). Previamente a su identificación, el fragmento había sido fechado por los expertos como procedente de los años 50-75 d.C. (¡o antes!). Hasta el día de hoy, a pesar del escepticismo de algunos, la autenticidad de esta identificación no ha podido ser desautorizada. Posteriormente, el mismo O´Callaghan ha ofrecido posibles identificaciones de otros pequeños fragmentos procedentes de la misma cueva (Para un excelente análisis de los argumentos a favor de estas identificaciones, ver The First New Testament de David Estrada y William White (1978. Nelson, Nueva York).). De confirmarse estos detalles tendríamos evidencias firmes de la existencia de manuscritos del Evangelio de Marcos, el Libro de Hechos, la Epístola a los Romanos, 1 Timoteo, Santiago y 2 Pedro en fechas muy cercanas al momento de su primera redacción.
Fuente: ¿Cómo llegó la Biblia hasta nosotros? Compilado por Pedro Puigvert, Hermenéutica y Exégesis, editorial clie 1999, ¿Nos podemos fiar del Nuevo Testamento? Por David Burt Curriculum Vitae: David Burt cursó estudios de Filología Románica en Oxford. En el año 1967 llegó a España bajo los auspicios de Operación Movilización, para iniciar el testimonio cristiano en la Universidad de Madrid. Fue nombrado Secretario General de los Grupos Bíblicos Universitarios en España. En 1979 tomó el pastorado de una iglesia Evangélica de Barcelona, una de las más importantes del país. Ha viajado dando conferencias por varios continentes. Actualmente se dedica a pleno tiempo a la labor de escribir y ha editado numerosos libros de estudio y vida cristiana. Esta casado con Margarita Burt, también escritora, y son padres de una hija. pág. 103
https://es.wikipedia.org/wiki/Papiro_7Q5
https://en.wikipedia.org/wiki/7Q5
https://www.sofiaoriginals.com/el-papiro-7q5-no-es-del-evangelio-de-marcos/
Estimado Fernando Conde Torrens
Respondo enseguida a los tres puntos que usted ha presentado:
1) Ataca a la página que publicó el artículo y no al artículo en sí mismo, lo que constituye una falacia ad hominem en toda regla.
2) Es sabido que multitud de otros documentos antiguos bíblicos suelen omitir expresiones que se encuentran en los documentos contemporáneos. En numerosos casos los escribas omitían expresiones con el fin de conservar lo que se denomina esticometría, es decir, lo que modernamente podemos llamar la «justificación del texto» en un editor de textos.
Su objeción cae por tierra por esta razón.
3) Pues debería saber que entre ese tiempo de ‘descubrimiento de nuevas cosas’ se encuentran entre otras el hecho de que la tesis de Èmile Puech está más que desechada. No existe ninguna paridad posible entre 7Q5 y Libro de Henoc (los siete presuntos fragmentos de Henoch que supuestamente pertenecían a la misma hoja de papiro que 7Q5, según él claro, nunca fueron hechos públicos ni existen evidencias de su existencia) y es sabido que Puech elaboró sus propios diseños de papiros y no trabajó con los originales. Propuesta en tiempos además en los que había un amplísimo interés en desacreditar a O’Callaghan, no constituye ninguna refutación seria.
Respecto al análisis de microscopio que alega este artículo, se basó simplemente en que se descubrió una presunta disposición especial y única en cada hoja de papiro, pero sacar a partir de ahí un presunto patrón que los haría a todos identificables como fragmentos de Henoch es entrar en terreno especulativo y no probatorio, sobre todo cuando ya he mencionado que no existe ninguna paridad entre 7Q5 y dicho libro.
Para más información sobre el tema, le recomiendo leer también este artículo:
https://infovaticana.com/2020/01/01/el-papiro-7q5-de-qumran-un-hallazgo-revolucionario-que-permite-adelantar-la-cronologia-de-los-evangelios/